Una pequeña alegría
Publicado a las
4:42 p.m.
Ayer, volviendo a casa, recorrí el camino de siempre: Gral Paz - Lugones - Illia. Al llegar a la 9 de Julio, me arrimo a la dársena que hay para doblar a la izquierda en Arroyo.
Para quienes no están familiarizados con esta esquina, les comento que ese semáforo es un auténtico Royal Pain in the Ass™, cuya receta consiste en:
- Semáforo que abre 5 segundos cada 2 o 3 minutos
- Angulo de giro muy cerrado, gracias a la invaluable habilidad de planificación, probablemente salida de un destello de brillantez estampado en una frase de este estilo:
–¡Boludo, nos olvidamos de hacer una bajada a Libertador!Gracias a estas características, por estas planicies es muy común encontrarse un un espécimen popularmente conocido como Vivo Criollo.
El Vivo Criollo —como la mayoría de ustedes ya sabrá—, vive en su esquizofrénico mundillo, donde él es el centro del universo y esto a su vez es razón suficiente para afirmar que está por encima de los demás miembros de su especie y que, por incidencia, toda normativa vigente se convierte en una mera formalidad cuya reglamentación aplica exclusivamente a los Individuos Inferiores, lo que es decir en términos simples, "el conjunto formado por toda la población menos Vivo Criollo, o sea, yo".
El Vivo Criollo, en esta situación, se evita la molestia de tener que hacer fila durante 2 o 3 ciclos de semáforo en la dársena para girar, estacionándose directamente en el carril contiguo derecho a la espera de que el semáforo abra, para luego mandarse adelante de todo el contingente de Boludos™, que se maneja según marca el código.
Cuál fue mi sorpresa ayer, cuando, luego de apreciar los gráciles movimientos del Vivo Criollo de turno, veo (en mi espejo retrovisor, pues mi hobby es no dejarlos pasar), cómo un policía lo para para hacerle la multa.
Policía anónimo: you've made my day.
(Dato anecdótico: este es el post Nro. 200 del blog!)
Un comentario:
¡Oh, justicia poética!
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