Sería una excelente disciplina para cualquier equipo de desarrolladores de software que se tome en serio la idea de Linux "en el escritorio" (lo que sea que signifique eso), prohibirse a sí mismo el uso de la terminal de comandos. Por supuesto, ninguno de nosotros jamás lo ha hecho, y eso explica mucho acerca de los productos resultantes.
No se me había ocurrido verlo así, pero estoy de acuerdo. Si bien los escritorios de Linux están encaminándose por el buen camino (especialemente KDE), todavía se sigue notando que muchas de las aplicaciones o fueron desarrolladas por programadores para cumplir sus propias necesidades (según sus propios gustos y no realmente los del usuario final), o fueron desarrolladas para brindar una funcionalidad básica, ya que "por lo general es más fácil de realizar desde la consola, editando un archivo de texto" (eso sí, si sabés donde está y te leíste las 50 man pages sobre cómo modificarlo).
Via
Coding Horror